miércoles, marzo 05, 2008

Las aplicaciones móviles están muertas

El negocio de crear aplicaciones nativas para dispositivos móviles se está muriendo, aplastado por un mercado fragmentado y por unas prácticas comerciales restrictivas. Los problemas son tan graves que la web móvil, pese a sus muchos inconvenientes técnicos, es ahora una forma mejor de ofrecer funcionalidades nuevas para móviles. En mi opinión, esto dará lugar a un rápido aumento de los desarrollos web para móviles, que sustituirán en gran parte al negocio de las aplicaciones para móviles. Ello tiene unas consecuencias enormes para las operadoras, para los fabricantes de terminales y para los usuarios.

El declive de la industria del software para móviles

La informática móvil es distinta de la informática para PC.

Durante la pasada década, ésa ha sido la premisa fundamental de la industria de los datos móviles. Fue la regla central de la filosofía del "Zen de Palm" en Palm Computing. Psion aplicó unas ideas parecidas, y se pueden observar rastros de ambas en todas las demás empresas exitosas de informática móvil: los ordenadores móviles se usan de forma distinta que los PC, y por lo tanto hay que diseñarlos de forma distinta.

Todos dimos por supuesto que ello también significaba que los dispositivos móviles necesitaban una pila de software específico para móviles, incluidos un sistema operativo y unas API diseñados específicamente para la movilidad, así como aplicaciones nativas de terceros, creadas desde el principio para ser usadas en móviles.

Eso es lo que todos creíamos, pero comienzo a pensar que nos equivocábamos.

En 1999, cuando entré a trabajar en Palm, parecía que teníamos conquistado todo el ecosistema móvil. El mercado estaba explotando, literalmente, con un parque de dispositivos que se duplicaba cada año y una variedad increíble de programas tan creativos como útiles surgiendo por todas partes. Durante un plazo de 22 meses, el número de desarrolladores registrados en Palm aumentó de 3.000 a más de 130.000. La conferencia de PalmSource estaba hasta los topes, con gente hasta en los pasillos, y David Pogue intervino en la sesión de clausura para decirnos lo brillantes que le parecíamos todos.

Nos sentíamos en primera línea de una revolución, pero viéndolo en perspectiva era más bien como la marea alta de una inundación repentina. Durante los años siguientes, la energía y el impulso fueron abandonando progresivamente el mercado de las aplicaciones móviles.

El problema no era exclusivo de Palm; el nivel de actividad y creatividad de los desarrolladores que habíamos visto en los días de gloria de Palm OS no ha vuelto a ser visto en ninguna plataforma móvil desde entonces. De hecho, a medida que el mercado se desplazaba de los ordenadores de mano hacia los teléfonos avanzados, la situación para los desarrolladores de aplicaciones móviles ha ido empeorando notablemente.

Yo me dí cuenta de ello de repente, hace pocos días, cuando me llamó Elia Freedman. Elia es el consejero delegado de Infinity Softworks, que produce software de mercados verticales para dispositivos móviles (cosas como tasaciones inmobiliarias y servicios financieros). La firma era una de las líderes del mercado de software para Palm, y tiene un historial de 10 años en aplicaciones móviles.

Tal como yo me marché de Palm, Elia evolucionó hacia otras plataformas como el Blackberry. Pero hemos seguido en contacto, y por eso me llamó hace poco para comunicarme que abandonaba el negocio de las aplicaciones móviles.

Elia me explicó largamente los motivos. No puedo reproducir literalmente lo que me dijo (soy incapaz de escribir tan rápido) pero a continuación lo resumo con su permiso:

    Dos son los problemas que han motivado el declive del negocio de las aplicaciones móviles durante estos años. En primer lugar, el negocio se ha complicado en el aspecto tecnológico. En segundo lugar, el marketing y las ventas también se han hecho más difíciles.

    En el aspecto técnico, hay un par de grandes problemas. Uno es la proliferación de sistemas operativos. A finales de los 90 sólo teníamos que preocuparnos de dos plataformas: Pocket PC y Palm OS. También estaba Symbian, pero en Europa y aquí poca gente le prestaba atención. Ahora existen al menos 10 plataformas. Microsoft por sí sola tiene varias (dos versiones de Windows Mobile, el Tablet PC...) [Elia no lo citó, pero la fragmentación de Java todavía empeora más la situación].

    Se diría que hay tres millones de plataformas con un centenar de usuarios cada una.

    El segundo problema técnico es la homologación. Alrededor de los dispositivos se están levantando barreras antes impensables. Ahora tienes que homologar tu programa con el sistema operativo y con cada operadora, y eso cuesta miles de dólares, de modo que tus costes se disparan. Además, la tasa de adopción de las aplicaciones móviles ha bajado. O sea, que tengo que pagar más para vender menos.

    Luego está el marketing. Aquí también hay dos problemas. El primero es el marketing vertical. Hay pocos dispositivos móviles que se ajusten a los mercados verticales, lo que complica las alianzas de un desarrollador de aplicaciones verticales, como nosotros, con un dispositivo en particular. Por ejemplo, ni siquiera Palm en su momento álgido tuvo más del 20% de los agentes inmobiliarios. Para cubrir nuestros costes de desarrollo con un 20% del parque de clientes, tendríamos que cobrarles más de lo que pueden pagar. Así que me ví obligado a hacer que mi aplicación funcionase en más plataformas, lo que me hizo retroceder al problema del millón de plataformas.

    El otro problema de marketing es la desaparición de la distribución horizontal. Antes existían distribuidores y webs de software gratuito que promocionaban los productos de shareware y comerciales para móviles por un coste bajo o nulo. También podías llegar a los clientes mediante la colaboración con los fabricantes de equipos. Nosotros lo dominábamos bien: hubo un momento en que nuestro producto se incluía con el 85% de los dispositivos de informática móvil. Y también distribuíamos en las tiendas.

    En cambio, ahora ya no existe ninguna de esas opciones. Las tiendas han desaparecido. Los distribuidores en la web han pasado de quedarse el 20% de nuestros ingresos a quedarse del 50% al 70%. El otro día me puse a buscar las webs de freeware en las que hacíamos promoción, y han desaparecido. La posibilidad de incluir tu programa en el equipo se ha acabado, porque ahora mandan las operadoras y eso hace imposible que nos metamos en el aparato. Antes Palm incluía en el embalaje un CD de programas suplementarios y un folleto donde podías hacer promoción. Las operadoras han acabado con ambas cosas. No les interesan las aplicaciones verticales. Es como si no quisieran ninguna aplicación.

Pueden ustedes seguir leyendo los comentarios de Elia en su bitácora.

En resumen: Elia ya no puede ganar dinero con las aplicaciones móviles. Tal como me dijo, "Mike, ha llegado la hora de que escribas la necrológica de las aplicaciones móviles". Más adelante volveré sobre ello.

Por triste que sea la situación, si la experiencia de Elia fuera un caso aislado, probablemente me limitaría a achacarlo a la mala suerte de un solo desarrollador. Pero el caso es que coincide con lo que llevan diciéndome desde hace tiempo muchos desarrolladores de aplicaciones móviles para muchos sistemas operativos distintos. La combinación entre unas plataformas divididas, unos canales de distribución en retroceso y unos costes crecientes les pone cada vez más difícil la supervivencia a los desarrolladores de aplicaciones móviles. Y en lugar de mejorar, la cosa está cada vez peor.

Siempre había tenido fe en nuestra capacidad para acabar resolviendo estos problemas. En que combinaríamos el proveedor del sistema operativo adecuado con un fabricante de terminales que comprendería la situación y con una operadora dispuesta a ceder parte del control, y saldría una plataforma móvil que volvería a despegar. Tal vez no sería Palm OS, pero con la plataforma de algún otro saldríamos de ésta.

Ahora ya no lo creo. Me temo que ya es demasiado tarde.

Nuestro gran error

Nos dijimos que la regla fundamental de nuestro negocio era que los móviles son diferentes. Pero perdimos de vista una ley todavía más fundamental, que se aplica a cualquier plataforma informática:

Una plataforma técnicamente defectuosa que tenga un buen modelo de negocio siempre superará a una plataforma elegante que tenga un mal modelo de negocio.

Windows es el mejor ejemplo de una tecnología poco elegante combinada con el modelo de negocio adecuado, pero ha ocurrido una y otra vez en la historia del mundo tecnológico.

¿Y qué hemos hecho en el mundo de los móviles? Hemos creado una serie de plataformas tecnológicas elegantes, optimizadas únicamente para la informática móvil. Resolvimos cómo prolongar la duración de las baterías, encender los equipos al instante, ahorrar el precioso ancho de banda inalámbrico, sincronizar con ordenadores repartidos por todo el planeta y optimizar la presentación de los datos en una pantalla diminuta.

Pero nunca supimos cómo ayudar a los desarrolladores a ganar dinero. De hecho, combinamos nuestras elegantes plataformas con un modelo de negocio para desarrolladores tan equivocado que harían falta años y enormes batallas políticas en todo el sector para corregirlo, si es que puede ser corregido.

Entretanto, ha surgido una plataforma alternativa para los desarrolladores móviles. Presenta terribles defectos técnicos, no está nada optimizada para el uso en el móvil y, de hecho, fue diseñada para un tipo de informática completamente distinto. Sería difícil imaginar una arquitectura informática menos apropiada para el uso a través de redes celulares de datos. Pero cuenta con un modelo de negocio que barre todos los obstáculos del mercado móvil. Los desarrolladores móviles están comenzando a pasarse a ella, un goteo que pronto será inundación. Y creo que esta vez llegará para quedarse.

Por si no lo habían adivinado, me refiero a la web. En mi opinión, las aplicaciones web se van a cargar la mayor parte del desarrollo de aplicaciones nativas para móviles. Y no porque la web sea una tecnología mejor para los móviles, sino porque ofrece un modelo de negocio mejor.

Piénselo: cuando creas un sitio web, no tienes que pedirle permiso a ninguna operadora. No tienes que homologar nada con nadie. No tienes que suplicar que te coloquen en un lugar visible, y tampoco tienes que ceder la mitad de tus ingresos a un distribuidor. De hecho, la operadora, el fabricante del terminal y el fabricante del SO ni siquiera serán conscientes de tu existencia. Sólo estáis tú y el usuario, comunicándoos directamente.

Hasta hace poco, un par de obstáculos impedían que eso funcionase. El primero era la ausencia de tarifas planas de datos. Ya hace cierto tiempo que existen en los EE.UU., pero en Europa comienzan a aparecer ahora. Antes de las tarifas planas, los usuarios tenían mucho miedo de explorar la web móvil, porque se arriesgaban a recibir una factura de móvil de mil euros. Ese temor está desapareciendo. El segundo obstáculo era la terriblemente mala calidad de los navegadores web móviles. Muchos de ellos siguen siendo malísimos, pero la gran calidad del navegador del iPhone de Apple, combinada con la adopción de WebKit por parte de Nokia, apunta hacia un futuro en el que la mayoría de los navegadores móviles ofrecerán unas prestaciones razonables. El mercado les obligará: ahora las empresas de móviles tienen que disponer de un navegador completo si quieren competir con Apple, y las operadoras tienen que ofrecer pleno acceso a él.

Naturalmente, las aplicaciones web todavía tienen problemas enormes en los móviles. Las aplicaciones web móviles no funcionan cuando no hay cobertura, son lentas debido a la latencia de la red, y no utilizan las redes inalámbricas de manera eficiente. Pero creo que será más fácil resolver o soportar estos inconvenientes técnicos durante los próximos años, que corregir los problemas estructurales y comerciales fundamentales del mercado de las aplicaciones móviles nativas.

En otras palabras, el desarrollo de aplicaciones para la web móvil es menos nefasto que la alternativa.

Veamos este gráfico que explica la situación. Supongamos que le damos una puntuación numérica a una plataforma, que califica su atractivo para los desarrolladores. Dicho atractivo se define como la elegancia técnica de la plataforma, multiplicada por la facilidad que tienen los desarrolladores para ganar dinero con ella. La puntuación de atractivo del desarrollo de aplicaciones móviles nativas ha evolucionado así a lo largo del tiempo:

Por eso los desarrolladores de aplicaciones móviles tienen problemas. Aunque el parque de teléfonos avanzados ha ido creciendo, y las plataformas propiamente dichas han ganado en potencia, las barreras del mercado han crecido aún más rápido. Por eso el grado de atractivo ha ido disminuyendo.

Añadamos ahora el desarrollo para la web móvil:

Según lo que me cuentan los desarrolladores móviles, las dos líneas acaban de cruzarse. Las ventajas comerciales del desarrollo para la web móvil ya superan a sus limitaciones técnicas. Y aún más: observando la evolución de las líneas se aprecia que las ventajas de la web móvil van a aumentar rápidamente en el futuro.

No digo que todo el desarrollo nativo para móviles esté muerto. De hecho, estamos a punto de ver el nacimiento de las herramientas de desarrollo nativo de Apple para el iPhone, y tal como acaba de indicarme Chris Dunphy, es seguro que darán lugar a una oleada de desarrollos nativos para esa plataforma. Pero yo creo que ni siquiera un parque de iPhones en rápido aumento se puede comparar con el peso de la entrada de unos navegadores coherentes en el conjunto del mercado de telefonía móvil.

Qué significa todo esto

Si usted desarrolla para móviles, debería pensar en dejar el desarrollo de aplicaciones nativas y pasarse a un sitio web optimizado para móviles. Eso es lo que ha hecho Elia, y asegura estar asombrado por lo fácil que resulta hacer las cosas. Incluso los desarrolladores de juegos para móviles, que serían los últimos de quienes esperaríamos que abandonen el desarrollo nativo, están probando la distribución a través de la web. (gracias a Mike Rowehl por hacérmelo notar).

Piense si puede crear una versión simplificada de su aplicación que funcione en la web móvil. Si la respuesta es que sí, hágalo. Si es que no, intente descubrir qué cambios tecnológicos le permitirían pasarse a la web, y permanezca atento a dichos cambios.

La regla tiene excepciones, y sigo creyendo que tiene sentido continuar haciendo desarrollos nativos si su aplicación no puede funcionar efectivamente a través de la web, y se trata de una aplicación vertical de la que puede sacar 50 dólares o más por copia. En esa situación es probable que disponga de recursos suficientes para mantenerse por ahora. Pero aún así, tendría usted que vigilar la situación para ver cuándo pasarse a la web, porque hacerlo reducirá sus gastos.

Si es usted un cliente de móvil, asegúrese de que su próximo teléfono avanzado tenga un navegador plenamente funcional y capaz de mostrar páginas web normales. Y busque las mejores condiciones en tarifa plana de datos: la va a necesitar.

Si es usted una operadora o un fabricante de terminales, vaya acostumbrándose a su nuevo papel de simple conducto. Al tratar de controlar a sus clientes y quedarse con la mayor parte de los ingresos por datos móviles, sólo han conseguido llevar a los desarrolladores hacia la web, que es aún más difícil de controlar. Podrían ustedes haberse quedado a medio camino, colaborando con los desarrolladores móviles y compartiendo con ellos los beneficios, pero han preferido dejárselo todo a Google y el resto de la peña.

Felicidades, así se hace.

Ah, y en cuanto a la necrológica...

Un sentido recuerdo para el negocio de las aplicaciones móviles. Hijo de Java, Psion, Palm OS y Windows Mobile; padre de Symbian, Access Linux Platform y S60; compañero fiel de Handango y Motricity. Aterrorizó a Microsoft en el año 2000. Falleció por estrangulamiento a manos de la industria del móvil en 2008. En espera de resucitar en forma de servicio web en 2009. En lugar de flores, la familia les ruega que realicen una donación al fondo de defensa de Yahoo frente a la OPA.

© 2008 Michael Mace

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